En el mundo del gaming competitivo, cada milisegundo cuenta. El input lag —ese retraso entre que presionás un botón y lo que ves en pantalla— puede marcar la diferencia entre ganar o perder. En este blog te explicamos qué lo causa, cómo medirlo y qué hacer para reducirlo al mínimo.

 

¿Qué es el input lag?

El input lag es el tiempo que transcurre entre que realizás una acción (como mover el mouse o presionar una tecla) y el momento en que esa acción se refleja en la pantalla. Es distinto al ping (latencia de red) y afecta tanto a juegos online como offline.

 

¿Qué lo causa?

Monitores con baja tasa de refresco o sin modo juego

Conexiones inalámbricas poco estables (mouse, teclado, red)

Drivers desactualizados o configuraciones mal optimizadas

Procesos en segundo plano que consumen recursos

Televisores sin modo de baja latencia activado

 

¿Cómo medirlo?

Input Lag Tester: dispositivos físicos que miden el retraso real.

Software como LDAT o doble pantalla: comparan la acción con la respuesta visual.

Prueba práctica: si sentís que tu puntería “no responde” o que el juego se siente “pesado”, probablemente haya input lag.

 

¿Cómo reducirlo?

Activá el modo juego en tu monitor o TV.

Usá periféricos cableados siempre que sea posible.

Optimizá tu sistema: cerrá procesos innecesarios, actualizá drivers y desactivá efectos visuales.

Usá monitores con baja latencia y alto refresh rate (144 Hz o más).

Configurá correctamente tu juego: desactivá V-Sync si genera retraso, ajustá la resolución y calibrá la sensibilidad.

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